Entregate al placer by Nisha Scail

Entregate al placer by Nisha Scail

autor:Nisha Scail [Scail, Nisha]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-07-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO 11

—Espera, ¿qué has hecho?

Nishel puso los ojos en blanco ante la pregunta del demonio. Riel parecía estar a punto de echarse a reír en cualquier momento.

—Me pidió la verdad y se la di —respondió sin más preámbulos—. Además, no es como si fuese uno de los requisitos del contrato.

—Y fue entonces cuando la dejaste sola —intentaba entender su amigo.

Él negó con la cabeza.

—No, eso fue después de llevarla a un lugar seguro y que empezara a gritar como una posesa.

—Bueno, al menos tendrá tiempo para asimilarlo.

—O a enloquecer —añadió Eireen. La mujer de Riel permanecía sentada en una de las sillas de la oficina del departamento de policía en el que se habían reunido todos.

—Si es que no lo ha hecho ya —comentó ella mirándole con gesto de reproche—, ¿cómo se te ocurre dejarla sola en un momento como este, Nish?

—Era eso o que me arrancase las plumas una por una, amor.

La hechicera que acompañaba a Radin bufó ante tal respuesta.

—¿Y quién dice que no te lo merecerías?

—Kara…

Ella se giró como un resorte y fulminó a su compañero con la mirada.

—Vete a la mierda.

Riel esbozó una divertida sonrisa.

—Me cae bien tu mujer.

—No es mi mujer —la respuesta del hechicero fue automática.

Ella puso los ojos en blanco.

—No, soy su puta.

Si las miradas pudieran matar, esa chiquilla sería ahora mismo cenizas, pensó al ver la reacción de Radin a las palabras de su compañera. Eireen por su parte se limitó a poner los ojos en blanco y acercarse más a Riel, la hermosa humana estaba más radiante que nunca, el embarazo empezaba a notársele y se la veía sonriente y muy enamorada. A su lado Ross no dejaba de resoplar con cada nuevo comentario hecho por los presentes.

Había llegado a la comisaría a primera hora de la mañana después de dejar a Gabriela con un ataque de histeria en su cabaña de Canadá. La mujer iba a arrancarle las pelotas cuando lo tuviese delante, estaba seguro. Esperaba al menos que el tiempo le diese espacio suficiente para que se calmase un poco y pudiese asentar los pensamientos y emociones que giraban como un huracán en su interior. Sí, la sutileza no era una de sus virtudes.

Al entrar por la puerta se había sorprendido de encontrarse a Riel hablando con Ross; Eireen, su esposa estaba sentada en una de las sillas de la oficina privada del policía sobrenatural, era la primera vez que la veía después de su enlace y el embarazo ya se le notaba. Su amigo y el policía habían estado discutiendo sobre los recientes descubrimientos aportados por Radin; aquello daba un cariz totalmente distinto a la situación.

El hechicero no tardó mucho en dejarse caer por la oficina y en esta ocasión no lo hizo solo; Ankara le acompañaba. La muchachita podía resultar realmente belicosa, pero no dejaba de ser una adorable y atractiva hembra de piel pálida, pelo rubio claro y fríos ojos azules que traía al hombre por la calle de la amargura.

Así, la oficina de Ross terminó convirtiéndose en el centro de reuniones de lo más selecto y variado del mundo sobrenatural.



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